Leo por trabajo una novela ya publicada, tengo que revisarla. No me gusta nada como está escrita, pero no es una reedición, así que no me meto con eso. Mascullo y me quejo de ciertos recursos que me molestan, y así avanzo con la lectura, un poco cabizbaja. Sin embargo, hacia el final, lloro como una tarada, emocionada, por la historia.
Y me sigo sorprendiendo de cómo funciona todo esto. Y de cómo no tengo idea de cómo funciona todo esto. Seguro algo pasó esa tarde de allá lejos y hace tiempo cuando lloraba contestando un ejercicio de Lengua y literatura, releyendo partes de Mi planta de naranja lima, que me llevó a disfrutar de este trabajo tan extraño.
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